viernes, 9 de abril de 2010

Sobre la Economía chilena después de la crisis del 29

Fin del ciclo salitrero


Durante la década de 1920 se produjo un significativo proceso de transformación en el quehacer económico del país, pues mientras caía vertiginosamente la explotación del salitre, comenzaba a adquirir importancia la producción del cobre.


La industria salitrera se había convertido en un enclave foráneo aislado del resto de la economía y de la sociedad chilena en general. Su aporte real para la economía nacional era escaso, ya que esta riqueza permanecía en manos de un pequeño sector oligárquico que malgastó sus recursos en artículos suntuarios y amplió de manera innecesaria la administración pública.


A partir de 1915 el precio del salitre disminuyó, debido a la introducción en los mercados internacionales del salitre sintético. El aporte de la explotación del salitre al presupuesto del Estado también disminuyó: 51% en 1910; 60% en 1915; 24% en 1919, y 17% en 1927.


El ciclo del cobre

La explotación de este recurso natural pasó por diferentes etapas: estuvo presente desde la Colonia, pero adquirió una mayor significación en la segunda década del siglo XX, simultáneamente a la disminución de la significación del salitre.

Con la explotación del cobre la hegemonía inglesa cedió su lugar a la hegemonía norteamericana, ya que en este período la producción de cobre recibió un fuerte impulso de capitales provenientes de Estados Unidos.


Los dos principales yacimientos de cobre chilenos estuvieron ligados desde sus inicios a capitales norteamericanos. La Braden Cooper Company surgió por iniciativa de la Americans William Braden and Barton Sewell, que adquirió El Teniente en 1904. Esta sociedad construyó una línea de ferrocarril de 70 kilómetros de extensión, que unió a Sewell con Rancagua.


En 1915 El Teniente fue adquirida casi en su totalidad por la Kennecott Cooper Corporation. La Chile Exploration Company, formada por la familia Guggenheim, se hizo cargo de Chuquicamata, que comenzó sus actividades en 1910. Luego de 14 años de explotación de este mineral, los Guggenheim decidieron vender la compañía a la Anaconda Cooper Company, también norteamericana, que tenía a su cargo la administración de Potrerillos desde 1905. La empresa Andes Cooper Mining Co. inició en 1916 la explotación de una tercera mina, Potrerillos, que se agotó en 1959 y fue reemplazada por El Salvador.


La minería del cobre recobró su importancia y en 1945 constituía el 22% de la producción mundial. Siendo el cobre un mineral estratégico, durante la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos comenzó a fijar su precio de manera artificial: once centavos de dólar la libra, precio mucho más bajo que el obtenido por el cobre que se producía en los Estados Unidos. Esta medida injusta le significó a nuestro país una contribución a una guerra con la cual no estaba obligado ni por el derecho interno ni por el derecho internacional, produciéndose un estancamiento económico.


El Tratado de Washington de 1951 aumentó el precio de este metal a 27,5 centavos de dólar la libra y el gobierno de Chile obtuvo la franquicia de colocar en el mercado el 20% de todo el cobre obtenido en el país al precio del mercado mundial. El gobierno de Chile, tratando de hacer más racional la relación entre el Estado y la industria del cobre, dio lugar a la Ley del Nuevo Trato 11.828, que dio mayor protagonismo al gobierno en el control de la producción y la venta del cobre (Confr.: de Ramón, Armando. Breve Historia de Chile. Desde la invasión incaica hasta nuestros días (1500-2000). Ed. Biblos, Buenos Aires, 2001, pp.163-164).


Período 1927 - 1932 - Crisis de 1929

Los años del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo coinciden con un momento de gran prosperidad, a la vez que de una crisis de una magnitud nunca vista. Cuando Ibáñez llegó al poder, una de las tareas fundamentales que se propuso fue dotar a Chile de una infraestructura estatal y económica que posibilitara un rápido desarrollo. Algunos aportes se habían hecho ya en 1925, cuando el gobierno de Arturo Alessandri consiguió imponer la idea de la creación de un Banco Central, una de las propuestas principales de la Misión Kemerer que había sido contratada para estudiar medidas de corrección de la economía.


El gran mentor de los cambios económicos impulsados por Ibáñez fue el ministro de fomento Pablo Ramírez. Este pensaba que el Estado debía asumir un rol protagónico en el desarrollo económico, pero era necesaria, además, una planificación que permitiera orientar los recursos a aquellas áreas que potencialmente tenían mayores expectativas. Por ello, antes de iniciar cualquier proceso de transformación económica, era necesario racionalizar la administración pública.


Como consecuencia, una de las áreas de mayor crecimiento fue el aparato estatal orientado al fomento económico. El Estado, en la perspectiva del gobierno, debía encabezar un gran proceso de industrialización. Por ello, aparte de la creación de una gran cantidad de organismos de fomento, se aplicaron una serie de políticas proteccionistas y de promoción de la inversión extranjera.


Instituciones creadas en el período: Contraloría General de la República, Cuerpo de Carabineros, Fuerza Aérea, Línea Aérea Nacional, Servicio de Minas del Estado, Caja de Crédito Agrario, Caja de Crédito Carbonífero, Instituto de Crédito Industrial, Caja de Colonización Agrícola.


La expansión económica requería de recursos y ellos fueron proveídos desde el extranjero, fundamentalmente a través de la obtención de créditos a bajo interés. De esta forma se fue creando una dependencia financiera que tendría a corto plazo efectos devastadores. Fundamentalmente se invirtió en obras públicas orientadas a dotar al país de una importante infraestructura de comunicaciones. Lo anterior podemos verlo graficado en el siguiente cuadro de las inversiones del año 1928, uno de los mejores años de la década:




La extraordinaria dependencia financiera que había contraído Chile, hizo que fuera muy vulnerable a cualquier crisis económica que pudiera producirse en el mundo. El 24 de octubre de 1929 se produce la caída de la Bolsa de Nueva York, generando la mayor crisis económica de la historia. La contracción monetaria que se produjo trajo como consecuencia una inmediata deflación y una caída de los precios de las materias básicas en los mercados. El mercado comprador se encontraba prácticamente paralizado. El precio exterior se contrajo a niveles nunca vistos. En los países industrializados gran cantidad de bancos quebraron y la industria se paralizó. La crisis se extendió de Estados Unidos a Europa y luego al resto del mundo.


En Chile, cuya prosperidad se había basado fundamentalmente en la obtención de créditos en el extranjero, la crisis tuvo efectos devastadores. De acuerdo a diversos analistas Chile fue el país más afectado por la crisis. Como país monoproductor y que no había logrado recuperarse de los efectos de las crisis salitreras anteriores, fue precisamente en este rubro donde los efectos fueron más devastadores. De acuerdo a cifras oficiales, el precio del salitre en los mercados mundiales cayó en un 95% y el total de exportaciones de salitre cayó en un 91%. Ello trajo como consecuencia un inmediato déficit fiscal aún con los desesperados intentos de controlar los gastos fiscales. Se contrajo el circulante, los precios bajaron a límites que hacían cualquier actividad improductiva, y se produjo una fuerte cesantía. En la minería, por ejemplo, se calcula que los niveles de desocupación llegaron a los 60.000 obreros cesantes sólo en el norte salitrero. Santiago fue prácticamente invadido por los obreros, que huían de las oficinas paralizadas, vagando por las calles y generando un clima de creciente inseguridad.


Evolución política período 1932-1952

Los años de recuperación

Al asumir Alessandri el poder, el país se debatía en una crisis de una magnitud desconocida. A los graves problemas económicos se sumaban los políticos. Una necesidad urgente era la de restituir el orden institucional y terminar con la efervescencia militar, para luego acometer la recuperación económica.


Alessandri hizo un uso extensivo de las atribuciones que la constitución le entregaba, apelando al estado de sitio cada vez que lo estimó necesario. Igualmente alentó el desarrollo del movimiento civilista y particularmente de la llamada Milicia Republicana. Al interior del Ejército, entretanto, iba surgiendo una doctrina llamada "constitucionalista", que señalaba que las Fuerzas Armadas eran por definición subordinadas y obedientes del poder civil, por lo que no debían intervenir bajo ninguna causa en política.


Mientras el Ministro de Hacienda Gustavo Ross se preocupaba de reconstruir la economía, los diversos sectores políticos buscaban reorganizarse. La Milicia Republicana había nacido en Santiago el año 1932, integrada por jóvenes profesionales, en su mayoría de derecha. Adoptando una forma paramilitar, sus miembros se habían jurado defender el régimen republicano con las armas. Alessandri les alentó aun a riesgo de ganarse la antipatía de diversos sectores políticos. La máxima expresión de la fuerza de la milicia fue el desfile de mediados de 1933, en que 20.000 hombres pasaron frente a La Moneda, siendo felicitados por Alessandri.


Nuevos actores se vinieron a sumar a los antiguos partidos políticos. En la izquierda, en junio de 1933 nacía el Partido Socialista, encabezado por Marmaduque Grove. Este nuevo conglomerado se planteaba como una opción socialista de carácter no marxista que aspiraba a tomar el poder por la vía constitucional. Mientras tanto, en la derecha, la Juventud del Partido Conservador comenzaba a ser impregnada por el creciente interés de los sectores católicos en los problemas sociales. Específicamente la Encíclica Quadragesimo Anno y los escritos de Jacques Maritain hicieron que en 1935 se formara la Falange Nacional, liderada por Eduardo Frei y que sería el antecedente directo de la Democracia Cristiana. En la izquierda el Partido Comunista, en su Congreso de 1933, asumía definitivamente la vía estalinista y se sumaba a los partidos comunistas que eran controlados desde Moscú.


El gran suceso político de la década fue sin duda la formación del Frente Popular. En 1934 cambia la estrategia del comunismo mundial. Ante el avance aparentemente avasallador de los fascismos en el mundo, la dirección de la Tercera Internacional decidió buscar acuerdos con los partidos definidos como burgueses o socialdemócratas para la formación de Frentes Populares contra el fascismo.


En Chile, ese mismo año se forma al interior del Congreso el llamado Bloc Parlamentario de Izquierda, integrado por socialistas, radical-socialistas y trotskistas. Su principal tarea, según ellos mismos lo señalan, será la de impedir la política de expoliación de la clase trabajadora, en directa alusión a la política económica de ajuste implementada por el gobierno. Si bien su fuerza era relativa, era un síntoma de la clara diferenciación entre el gobierno y una cada vez más organizada oposición de izquierda. En febrero de 1936, luego de que el Partido Comunista hiciera declaración pública de su abandono de la vía violenta para la toma del poder, fue invitado a integrar el Bloc. Sin embargo, el Partido Radical permanecía renuente a integrarse. Fue el gobierno, con la extraordinaria represión desatada contra la huelga ferroviaria que se realizó ese mismo mes, el que empujó al radicalismo a integrarse a las fuerzas de izquierda. En abril de 1936, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido radical declaran oficialmente organizado el Frente Popular.


El nuevo papel del Estado: empresario y de bienestar
El modelo económico de sustitución de importaciones


La crisis del 29 dejó al descubierto la vulnerabilidad del modelo económico de América Latina, que se centraba en la exportación de materias primas y en la importación de productos manufacturados. El cierre de los mercados europeos destruyó la estrategia económica llamada "desarrollo hacia afuera", que hasta ese momento había permitido el crecimiento y la estabilidad de los países de este continente.


Para resolver la aguda crisis surgió la idea de la industrialización con el objetivo de lograr una mayor independencia económica. Se pensaba que la producción de bienes industriales, agrícolas y minerales permitiría a las economías latinoamericanas ser más autosuficientes y menos vulnerables a las crisis económicas internacionales.


En 1939 se creó la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), cuyo objetivo era justamente fomentar la producción para elevar el nivel de vida de la población, aprovechando los recursos naturales del país y procurar la disminución de los costos de producción, además de lograr la satisfacción de las diferentes necesidades de las regiones del país.


Con esta iniciativa estatal de tener un rol activo en la economía nacional, se crearon importantes proyectos gestionados por CORFO, tales como: la Empresa Nacional de Electricidad, S.A. (Endesa) que, además de crear centrales eléctricas e hidroeléctricas, se ocupó de desarrollar un plan para la búsqueda de yacimientos petrolíferos, la Compañía de Aceros del Pacífico (Cap) y la Industria Azucarera Nacional, S.A (Iansa).


Durante la década de 1940 Chile quedó definitivamente en calidad de país dependiente de Estados Unidos. Por una parte, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y por otra, debido a los sustanciosos créditos que fueron entregados a Chile, Estados Unidos se transformó en el principal socio comercial de Chile.


El esfuerzo de desarrollo de los gobiernos radicales impulsados a través de la CORFO, tuvo un talón de Aquiles en el grave problema inflacionario. Durante toda la década del cuarenta la inflación fue constantemente alta, particularmente en 1947. Sin embargo, lo más importante es que los intentos del gobierno por estabilizar la inflación resultaron al final un fracaso, incidiendo directamente en el poder adquisitivo de los trabajadores.


La necesidad de una acción transparente por parte del gobierno, de una administración pública que estuviera ajena a las rivalidades partidistas, el anhelo de solución a los problemas económicos y las diferencias sociales, llevaron al electorado a apoyar la candidatura del Carlos Ibáñez del Campo, quien en 1954 llegó a la Presidencia con una votación del 46.8%. A pesar de las esperanzas puestas en el nuevo mandatario, la situación no tuvo mayores cambios y hacia fines del decenio el país seguía enfrentando los mismos problemas.


Así, los partidos políticos comienzan a organizarse para enfrentar las elecciones de 1958. En este momento ya es posible distinguir los tres tercios que dominarán la política chilena entre 1958 y 1973. Por la izquierda, luego de muchos años de lucha, los socialistas y comunistas logran llegar a acuerdos. En el centro, la recientemente creada Democracia Cristiana desplaza a los radicales, y en la derecha los liberales y conservadores logran también acuerdo.


La derecha logra obtener la victoria en 1958, encabezada por Jorge Alessandri. Así como Ibáñez representó la opción del caudillo carismático, Alessandri representaba la opción de los técnicos. Alessandri intentó encabezar un gobierno que estuviera por encima de los intereses partidarios y que tuviera como primera tarea controlar la grave crisis económica que afectaba al país. Sin embargo, a poco andar quedó demostrado que gobernar con independientes era casi imposible.


Las elecciones municipales de 1963 vinieron a confirmar los más oscuros augurios que rondaban al gobierno. La Democracia Cristiana se levantó como la primera fuerza electoral del país, mientras que la derecha sufrió una verdadera hecatombe. Así comenzaron los preparativos para la elección presidencial. Los pronósticos aseguraban que la definición se iba a producir entre la Democracia Cristiana y los partidos de izquierda, unidos en el Frente de Acción Popular. Sin embargo, a fines de 1963, el panorama se complicó extraordinariamente. El fallecimiento del diputado Óscar Naranjo hizo necesaria la convocatoria a elecciones complementarias en Curicó. Por ser una zona agrícola, la derecha esperaba una fácil victoria, ya que el difunto parlamentario que pertenecía al Partido Socialista había obtenido su cargo en una lucha muy estrecha. Sin embargo, en la elección para ocupar su sillón, ganó Óscar Naranjo hijo, representando al FRAP. Esto generó una inmediata reacción de la derecha, que decidió abandonar la candidatura de Julio Durán y apoyar a la Democracia Cristiana, lo que permitió la victoria de Eduardo Frei Montalva con una mayoría histórica.

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