domingo, 11 de abril de 2010

La Baja Edad Media













Los principales rasgos del período

1.            Recuperación de la actividad comercial
En algunas áreas de Europa, como el Norte de Alemania, Holanda, Bélgica, Francia e Italia, surgieron, a partir del siglo XIII d. de C.  núcleos comerciales cada vez más dinámicos. Venecia, Génova, Florencia, Nantes, Amsterdam, Hamburgo, para nombrar sólo los más importantes. Ello permitió que un número cada vez mayor  de actividades se agrupara en torno a estos núcleos comerciales, y que la población involucrada creciera en forma sostenida. Esa población creciente, al requerir servicios y alimentos, constituía en sí misma una ciudad o burgo de gran actividad, en base al comercio. En el siglo XIV el proceso ya se encuentra en franco movimiento de consolidación.

2.            Formación del Estado Moderno
Al pensar en el Estado moderno debemos pensar en un territorio con fronteras determinadas, un gobierno (mando) común y un sentimiento de identificación cultural y nacional de sus habitantes. Además, el Estado termina de legitimarse cuando otros Estados lo reconocen como tal.
Fueron los reyes quienes iniciaron este proceso a lo largo de los siglos XIV y XV. Aprovecharon la crisis del feudalismo (baja productividad agrícola, hambrunas, pestes incontenibles y mortales) para negociar con los señores feudales el traspaso de sus territorios al nuevo Estado. Los señores feudales cedieron sus derechos individuales sobre sus feudos, a cambio de una serie de privilegios. España y Francia fueron dos ejemplos de este proceso. Los reyes reunieron de ese modo todo el poder político en sus manos. Es decir
-              Tenían la facultad de dictar las leyes (Poder Legislativo)
-              Tenían la facultad de hacer cumplir la leyes (Poder Judicial)
-              Tenían el poder de Gobernar (Poder Ejecutivo).
Reunido todo el poder político en su persona, el Rey pasó a encarnar un tipo de Estado llamado Absoluto. El ejemplo máximo de dicha fórmula está dado por Luis XIV, Rey Absoluto de Francia, con su famosa afirmación “El Estado soy yo”. 

3.            Los habitantes de la ciudades
Los burgueses, o habitantes de las ciudades, dieron vida a una cultura distinta a la que existía en el feudo. ¿Cómo era esa cultura?
El habitante de la ciudad era libre. No estaba sujeto a la tierra como el campesino del feudo. No estaba atado a un señor feudal, y muchas veces no vivía atormentado creyendo que sus malas acciones iban a significarle las penas del Infierno. Por el contrario, eran personas que admiraban la naturaleza, y querían gozar los placeres del mundo. Para ello, estaban dispuestos a correr riesgos, y si eran exitosos cosechaban la admiración de todos sus conciudadanos. En la imagen se observa un grupo de burgueses de la ciudad de Haarlem, Holanda, tras cumplir el turno voluntario de vigilancia de la ciudad durante la noche. Como hombres libres, ellos estaban felices de cuidar a ciudad, y Hals lo expresa con maestría.   
Su pensamiento era más libre. Tenía más instrucción en un arte en particular, y a su alrededor encontraba artistas, poetas, y comerciantes  que llegaban con productos e historias del otro lado del mundo.  Aquí tenemos ya la semilla del humanismo, y podemos decir aún más: podemos decir que, en esos primeros años, el humanismo es el pensamiento de la burguesía.


4.            Hacia una nueva economía.
Más que la producción de bienes, en esta etapa los burgueses se orientaron a trabajar el dinero. Un buen negocio productivo inicial podía generar ganancias monetarias, las que acumuladas servían de base para las actividades financieras: el préstamo de dinero a interés. La familia de los Fugger, en Alemania, y la de los Médicis, en Florencia, son dos ejemplos de ello.

Mapa Conceptual






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